Tamaño. — Es una especie de tamaño intermedio. Los machos miden un promedio de 23.4 mm (± 2.1; 18.7–28.1; n = 23) y las hembras 29.2 mm (± 3.3; 23.9–35.0; n = 12).
Coloración. — El color dorsal es gris castaño, gris claro (Stejneger, 1904; Schimdt, 1928) o cobre claro. Lo que distingue a esta especie de otras de Puerto Rico es la coloración o diseño marmóreo en la parte posterior de los muslos (Fig. 4.1) y el color rojizo o cobre de sus ojos (Rivero, 1978). El dorso puede tener una línea muy estrecha vertebral o dorsomedial clara (Fig. 4.1; Lam. 4.2) y puede haber una línea cantal oscura que va desde el hocico hasta los ojos y sobre los tímpanos (Lám. 4.1). En ocasiones esta línea cantal está acompañada por una línea clara que también va desde el hocico y pasa por la parte de arriba del ojo (Lám.4.2; Stejneger, 1904; Schimdt, 1928; Schwartz, 1969; Rivero, 1978). Además de los diseños dorsales típicos de la especie, hemos observado en algunos ejemplares preservados en alcohol otros diseños: banda o diseño interorbital, algunos puntos obscuros en un fondo claro y diseño supraescapular en forma de W que conecta con un diseño obscuro mediodorsal en forma de reloj de arena.
Morfología. — El número diploide de cromosomas es 26 (Fig. 4.2; Drewry, 1970; Bogart, 1981).
Ilustraciones. — Dibujos: Schmidt, 1920:178; Schmidt, 1928: 57 (Fig. 4.1); Schwartz & Henderson, 1985:18. Fotografías: Rivero, 1978:25 (Lámina 11; Fig. 2); este volumen, Lám. 4.1–4.3.
Especies parecidas. — Aunque varias de las especies de coquíes de Puerto Rico se parecen entre sí, el Coquí Churí se distingue fácilmente de otras especies (en animales vivos) por su llamada (chu-rí, chu-rí, chu-rí), el color rojo del ojo y las manchas negras o patrón marmóreo en la parte posterior de los muslos, que se pueden observar aún en ejemplares preservados en alcohol.
Se encuentra ampliamente distribuido en todo Puerto Rico, incluyendo Vieques, Culebra e Isla Piñeros pero no Mona ni Desecheo (Mapa 4.1), en las Islas Vírgenes, EEUU (St. Thomas, St. John, Tortola, St. Croix, y Virgen Gorda; Schmidt, 1920; 1928; Schwartz & Henderson, 1991) y en las Islas Vírgenes Británicas (French-Man’s Cay y Guana Island; Mayer & Lazell, 1988). Introducido en Panamá (Frost, 1985; de Sousa y Arosamena, 1991; Jaramillo et al., 1994; Auth, 1994). Aunque se puede encontrar en elevaciones intermedias y altas, es una especie principalmente de elevaciones bajas. Se encuentra desde el nivel del mar hasta los picos altos de Puerto Rico (0–1,219.2 m; Schwartz & Thomas, 1975).
Hábitat. — En pastizales, sabanas mésicas, otros terrenos abiertos de tierras bajas (Schwartz, 1969; van Berkum et al., 1982; Drewry & Rand, 1983) y en vegetación baja en ciudades y urbanizaciones. No se encuentra en el bosque enano y, a elevaciones más bajas, se encuentra en los bordes del bosque en áreas abiertas, pero no en bosque cerrado (Drewry, 1970). Es una de las pocas especies de anfibios que vive en el bosque seco, en Guánica (Rivero, 1978), Vieques, Culebra e Islas Vírgenes. Se puede encontrar desde 0.5 a 1.8 metros de altura sobre el suelo (Stewart & Woolbright, 1996). Durante el día se esconde debajo de rocas (Stejneger, 1904), troncos, raíces de hierbas, corteza suelta de árboles y basura (Rivero, 1978). También se ha encontrado en grietas en el suelo, artefactos humanos (van Berkum et al., 1982), madrigueras de tarántulas y bromelias (Schwartz & Henderson, 1991). Llama desde lugares cubiertos por hierbas, en bromelias terrestres y aéreas (Schwartz, 1969) de 0-1 m de altura del suelo (Drewry & Rand, 1983). Generalmente llama desde arbustos y vegetación baja, pero en el bosque seco de Guánica canta desde alto en los árboles (Rivero, 1978). También se ha observado cantar desde verjas de alambre de púa (Schwartz & Henderson, 1991) y hojas caídas enroscadas en el suelo. No conocemos ninguna referencia que documente dónde anida esta especie.
Hábitos alimentarios. — Es un depredador que “se sienta y espera a la presa” y se alimenta principalmente de artrópodos, aunque en algunas ocasiones puede alimentarse de otros animales (Jones, 1982). Al igual que en otras especies de coquíes, las hembras y los juveniles tienden a alimentarse más temprano en la noche que los machos y los machos que cantan no se alimentan o se alimentan menos (Lavigne & Drewry, 1970). Dos estudios de contenido estomacal de adultos revelaron que se alimentan de una gran variedad de insectos (ortópteros, psocópteros, coleópteros, homópteros, hemípteros, dípteros, himenópteros y lepidópteros) y de otros invertebrados (arañas, ácaros, isópodos y moluscos) (Lavigne & Drewry, 1970; Jones, 1982). El mayor número de presas ingeridas por la especie fue (en orden de mayor a menor cantidad) de homópteros, dípteros e himenópteros (específicamente hormigas), mientras que el mayor volumen de presas fue de ortópteros, coleópteros y hormigas (Jones, 1982). La abundancia de una presa en particular en su dieta depende de la abundancia de esa presa y esto puede variar de localidad a localidad. En Puerto Rico, el 11.7 % de su dieta consistió en hormigas, mientras que en St. John éstas componían el 70.1 % de su dieta (Jones, 1982). Los individuos de la especie ingieren como promedio una presa cada hora y, al comparar la tasa de alimentación con otras especies de coquíes (una de Puerto Rico y dos de Islas Vírgenes), ésta es inversamente proporcional al tamaño de la especie. Esto significa que aquellas especies de menor tamaño se alimentan de un número mayor de presas por hora que las de mayor tamaño (Jones, 1982). La información sobre el contenido estomacal de los juveniles revela que se alimentan de ácaros, ortópteros, homópteros, dípteros, himenópteros y lepidópteros (Lavigne & Drewry, 1970). Los machos y las hembras se alimentan principalmente de presas que se encuentran en la vegetación y en menor cantidad de las que se encuentran en el suelo, siendo esta tendencia más pronunciada en hembras que en machos (Lavigne & Drewry, 1970).
Depredadores y enemigos naturales. — El único depredador que se ha mencionado en la literatura es la Culebra Corredora (Alsophis portoricensis; Rodríguez y Leal, 1993a; 1993b), pero seguramente esta especie tiene los mismos depredadores y enemigos naturales que tiene el Coquí Común (ver esta sección en el Capítulo 2, este volumen).
Comportamiento. — Su actividad comienza poco después del anochecer, cuando ambos sexos abandonan sus refugios diurnos; los machos se mueven pocos metros hasta sus áreas de llamada; las hembras se mueven más ampliamente por el área (van Berkum et al., 1982). Después de 10 horas de actividad y poco antes del amanecer, regresan a sus refugios diurnos donde permanecen inactivos hasta el anochecer (van Berkum et al., 1982). Un mismo individuo puede utilizar el mismo refugio diurno y la misma área para alimentarse durante largo tiempo (Jones, 1982; van Berkum et al., 1982). La especie llama y se alimenta desde vegetación baja (Jones, 1982). Durante la noche los individuos de la especie llevan a cabo un promedio de un movimiento no asociado con la alimentación por hora (Jones, 1982). Su actividad, medida por número de movimientos asociados y no asociados con la alimentación por hora, es menor que la del Coquí Pitito, una especie de menor tamaño (Jones, 1982). Los individuos de esta especie (al igual que los de Coquí Común) pueden sobrevivir durante largos períodos sin lluvia, siempre y cuando encuentren refugios apropiados donde se puedan rehidratar (van Berkum et al., 1982). Los machos se ocultan cuidadosamente cuando llaman, lo que dificulta su observación (Schmidt, 1928). Es posible que esta especie sea territorial, como lo es el Coquí Común, cuyos machos y hembras defienden sus territorios individuales de otros individuos (van Berkum et al., 1882).
Fisiología. — Según van Berkum et al. (1982) los individuos de esta especie absorben agua del substrato de sus refugios diurnos para recuperar el agua que han perdido por evaporación durante las noches secas. Al estudiar la capacidad de rehidratación de dos especies de coquíes, estos investigadores determinaron que los coquíes que provienen de lugares más secos son capaces de absorber agua más rápidamente que los que provienen de lugares más húmedos. También encontraron que el Coquí Churí es capaz de rehidratarse dos veces más rápido que el Coquí Común. Esto podría estar relacionado con el hecho de que la primera especie vive en lugares que tienden a quedarse secos entre lluvias (van Berkum et al., 1982). La especie tolera más deshidratación a temperaturas altas que a temperaturas bajas y su capacidad de saltar (en individuos hidratados) no es afectada por la temperatura (Beuchat et al., 1984). El Coquí Churí es más tolerante a temperaturas altas que el Coquí Común y el Coquí de Montaña (Beuchat et al., 1984).
Llamada. — La llamada está compuesta de dos notas, donde la segunda es más alta y acentuada (Schwartz, 1969). Suena algo parecido a un “churí-churí-churí-churí” (Rivero, 1978), donde la primera nota es el “chu” y la segunda el “rí”. En ocasiones produce un ki-ki-ki-ki-ki (Schmidt, 1928; Schwartz, 1969) muy agudo. La actividad de llamada comienza poco antes de obscurecer y va aumentando hasta llegar a un máximo a la media noche, y luego se va reduciendo gradualmente hasta terminar poco después del amanecer (Fig. 2.5; Drewry, 1970; Drewry & Rand, 1983).
Reproducción. — Conocemos de dos camadas puestas en nuestro laboratorio, una con 12 huevos y otra con 26. El diámetro de uno de los huevos de la segunda camada fue de 3.6 mm. En ambas camadas los huevos fueron puestos en dos niveles (o pisos) unos sobre los otros. No se observó cuido parental. No hemos observado camadas en la naturaleza y no conocemos el número de huevos por camada; pero al examinar hembras grávidas colectadas en diferentes localidades de Puerto Rico e Islas Vírgenes, encontramos que el número promedio de huevos desarrollados sin poner es alrededor de 16 (= 15.9 ± 7.4; 6–29; n = 7). El tamaño promedio de estos huevos es 2.5 mm (± 0.3; 1.91– 2.95; n = 21). Estas estadísticas, aunque limitadas, nos pueden dar una idea sobre el número de huevos por camada y el tamaño de estos huevos. Ya que hemos encontrado hembras grávidas y juveniles en diferentes épocas del año, asumimos que la especie se reproduce todo el año aunque, al igual que en otras especies de coquíes de Puerto Rico, su reproducción podría ser estacional.
Desarrollo. — Townsend y Stewart (1985) estudiaron diferentes aspectos del desarrollo del Coquí Churí y aquí se resumen los resultados de este estudio. Su desarrollo embrionario (al menos en morfología externa y en el tiempo que toma) es muy parecido a los del Coquí Común y Coquí de Montaña (ver sección de Desarrollo bajo Coquí Común, Capítulo 2). Los embriones de estas tres especies son idénticos durante las primeras 11 etapas de su desarrollo. A partir de esta etapa, se pueden notar algunas diferencias en la forma del canthus rostralis y en la pigmentación. Los embriones del Coquí Churí desarrollan un color de fondo obscuro, manchado con blanco a ambos lados del cuerpo y del vientre, y lo retienen al menos hasta el momento de la eclosión.
Juveniles. — No conocemos ninguna referencia sobre este tema. Los juveniles (n = 8) que hemos observado en colecciones tienen el diseño marmóreo en los muslos y su coloración y patrones en el dorso y la cabeza son iguales a los informados para los adultos. El tamaño más pequeño que hemos observado para juveniles es 12.2 mm.
Abundancia y fluctuaciones poblacionales. — Se han encontrado de cero a cuatro adultos en 100 m2 y su densidad máxima ha sido estimada en 400 individuos por hectárea (Stewart & Woolbright, 1996). En algunas localidades puede llegar a ser más abundante que el Coquí Común (Schmidt, 1920; 1928); en otras no lo es (Rivero, 1978).
Estado Actual. — Según Rivero (1978) la especie estaba ampliamente distribuida por toda la Isla (ver mapa de la distribución de la especie, Mapa 4.1). Esta parece ser su distribución en el presente. Aunque es una especie principalmente de elevaciones bajas, también se puede encontrar en elevaciones intermedias y altas. Durante nuestros estudios entre 1986 y 1998 hemos observado poblaciones del Coquí Churí en: (1) noroeste de Puerto Rico (Lago de Guajataca, Bosque Estatal de Guajataca y Barrio Guaniquilla de Aguada), (2) Bosque de Toro Negro (Carretera 143 km 21.2, Lago Guineo y Cerro Maravilla), (3) Cayey (Cerro El Gato en la Carretera 7737, Carretera 15 en los kilómetros 16.9 y 17.4, al final de la Carretera 738 y Carretera 7741 en el Cerro La Tabla y en el kilómetro 6.3), (4) elevaciones bajas e intermedias de El Yunque y El Verde (Carretera 988 en Bisley, Carretera 9966 y Carretera 186 cerca de Quebrada Sonadora) y (5) Zona Metropolitana (Recinto de Río Piedras de la U.P.R., Estación Experimental de Río Piedras y las urbanizaciones San Francisco, Summit Hills, Quintas de Cupey, y Golden Gate, por mencionar algunas). Ya que esta especie es generalista, de amplia distribución en la Isla y principalmente de elevaciones bajas, consideramos que posiblemente sus poblaciones no estén disminuyendo. Según nuestras observaciones el Coquí Churí y el Coquí Pitito en el presente, a diferencia del pasado, son más abundantes que el Coquí Común en algunas áreas de tierras bajas. Esto parece indicar que estas especies están desplazando al Coquí Común en algunas localidades.
Grado de protección actual y sugerido. — E n el presente la especie no está protegida. En informes escritos al Servicio Federal de Pesca y Vida Silvestre (SFPVS) en el 1992 y al Departamento de Recursos Naturales y Ambientales de Puerto Rico (DRNA) en 1993 recomendamos que la especie sea considerada una que no requiere protección, ya que su situación es estable. En 1993 le informamos al Grupo de Trabajo de la Disminución Poblacional de Anfibios de la Comisión para la Supervivencia de las Especies de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (“DAPTF IUCN/SSC”) que la especie no ha sido evaluada (“NE”); pero, ya que la especie es de amplia distribución en la Isla y es muy abundante en las localidades que se encuentra, seguramente sus poblaciones no están disminuyendo.
Sistemática. — Esta especie ha sido incluida en el grupo auriculatus (Schwartz, 1969; Joglar 1981) y es representante en las Indias Occidentales del grupo unistrigatus (Joglar, 1989). Utilizando técnicas de biología molecular, otro investigador la incluyó en el subgénero Eleutherodactylus, sección auriculatus, serie martinicensis, pero no la incluye en ningún grupo de especies (Hedges, 1989).
Historia y nomenclatura. — La especie fue descrita en St. John, Islas Vírgenes, en 1863 por Reinhardt y Lutken. El primer nombre científico que se utiliza para la especie es Hylodes antillensis, que es el nombre con el que fue descrita en 1863. El nombre del género Hylodes era el que se usaba antiguamente para los Eleutherodactylus (Rivero y Seguí Crespo, 1992). Es la primera especie de coquí que se describe de Puerto Rico (Thomas & Joglar, 1996). La especie fue incluida en la primera herpetofauna de Puerto Rico con el nombre de Eleutherodactylus antillensis; en esa época se pensaba que la especie se encontraba únicamente en Vieques y St. Thomas (Stejneger, 1904). En 1919, Schmidt, como parte de su investigación para el Inventario Científico de Puerto Rico (auspiciado por el Museo Americano de Historia Natural y la Academia de Ciencias de Nueva York), encontró la especie en Aibonito, Bayamón, Maricao, Santurce y la Isla de Culebra (Schmidt, 1920). Con estos nuevos registros, la especie era conocida de Puerto Rico (incluyendo Vieques y Culebra) e Islas Vírgenes (Schmidt, 1920; 1928), que es la distribución que conocemos hoy día. Existen varios nombres comunes que se han utilizado para referirse a esta especie. Schmidt (1928) indicó que los puertorriqueños no pueden distinguirla del Coquí Común y que utilizan el nombre “Coquí” para ambas. Vélez (1977) usa Coquí de Campo, Quiquí y “Field Coqui” y Rivero (1978) utiliza el nombre común de Churí. Nosotros hemos usado Coquí Churí (este volumen) y Coquí de las Antillas en conferencias y charlas informales. El nombre antillensis significa de, o perteneciente a, las Antillas (Stejneger, 1904), en referencia a que ésta es una de las primeras especies que se describen de esta región geográfica.
La especie ha sido introducida en Panamá, donde vive en varios barrios de la capital tales como El Cangrejo, Bella Vista, San Francisco, Paitilla, El Carmen y otros (Frost, 1985, de Sousa y Arosemana, 1991; Jaramillo et al., 1994; Auth, 1994). Seguramente fue introducida a Panamá por medio de plantas exóticas (Jaramillo et al., 1994), pero no se sabe con certeza cuándo ocurrió esta introducción. Según ejemplares depositados en el Museo de Historia Natural de la Universidad de Kansas, el 23 de septiembre de 1964 Charles W. Myers coleccionó un macho que se encontraba llamando entre hierbas altas en un solar vacío en El Cangrejo, Ciudad de Panamá. El 22 de julio de 1966 C. W. Myers, J.D. Lynch y T. Krabauer coleccionaron cinco machos, dos hembras grávidas y dos juveniles de la especie también en El Cangrejo. Esto parece indicar que si la especie no estaba establecida en 1964 seguramente ya lo estaba en 1966. Según las notas de campo de estos investigadores, los machos estaban llamando desde las hierbas “a unos pies sobre el suelo” y uno de los juveniles se encontró en el suelo y el otro en las hierbas. En el Museo de Zoología de la Universidad de Michigan, está depositado otro individuo de la especie. Este fue capturado el 17 de octubre de 1978 cerca del Hotel Panamá en Ciudad de Panamá.
Para más información sobre las figuras y láminas en el texto anterior refiérase a:
Joglar, R. L. 1998. Los Coquíes de Puerto Rico: Su Historia Natural y Conservación. Editorial de la Universidad de Puerto Rico, San Juan, Puerto Rico.