Tamaño. — Especie de tamaño intermedio. Los machos miden un promedio de 22.8 mm (± 0.9; 19.9–24.8; n = 30) y las hembras 25.6 mm (± 2.2; 19.6–28.9; n = 30).
Coloración. — La coloración dorsal es generalmente castaño grisácea o castaño verdosa (Lám. 4.10), aunque también puede ser obscura o clara y con una tonalidad amarillenta en los flancos (Rivero, 1978). El dorso y los párpados están cubiertos por tubérculos o verrugas y en el dorso generalmente hay líneas claras en forma de paréntesis invertidos [)(] (Lám. 4.10; Rivero, 1978; Joglar, 1981). El color ventral puede ser blanco o crema moteado con castaño (Rivero, 1959) o con manchas claras en fondo obscuro (Joglar, 1981). No hay líneas sobre los tímpanos ni a lo largo del hocico (Rivero, 1978), pero generalmente hay una línea o banda interorbital y bandas transversales en patas traseras (Joglar, 1981). El color de los ojos en animales vivos es dorado o verde grisáceo y se distingue de otras especies de Puerto Rico por la presencia de una reticulación venal negra (Fig. 4.10; Rivero, 1978).
Morfología. — La especie tiene verrugas en el dorso y los párpados (Rivero, 1978; Joglar, 1981), pero el vientre es liso (Joglar, 1981). El tamaño de sus discos digitales es moderado (Schwartz & Henderson, 1991), pero la proporción del ancho del disco en relación al largo del cuerpo es la cuarta más grande de las especies de la Isla. El número diploide de cromosomas es 26 (Fig. 4.6; Drewry, 1970; Bogart, 1981).
Especies parecidas. — El Coquí de Eneida se parece a otras especies de coquíes de Puerto Rico, especialmente al Coquí Martillito y a los juveniles del Coquí Común. Se puede distinguir de estas y otras especies por las verrugas en el dorso y los párpados y, en animales vivos, por la venación negra en los ojos. La voz del Coquí de Eneida es algo parecida a la del Coquí Martillito y sus llamadas podrían ser confundidas (ver sección Otros Comentarios).
La especie es conocida de elevaciones entre 303 a 1152 m sobre el nivel del mar (Joglar & Burrowes, 1996; Mapa 4.4). Para más información y localidades específicas de la especie ver Capítulo 7, este volumen.
Hábitat. — La especie habita áreas de bosques mésicos donde prefiere los taludes de los caminos y los troncos musgosos de menos de un metro de altura (Rivero, 1978; Schwartz & Henderson, 1991; R. Joglar, obs. pers.). Durante la noche, también puede encontrarse en el suelo o en hojas o troncos de palmas, helechos arbóreos o arbustos (Rivero, 1959). Como refugios diurnos utiliza hendiduras y huecos en el suelo, además de esconderse bajo rocas, troncos y basura (Rivero, 1978; Schwartz & Henderson, 1991). Llama desde el suelo, vegetación baja, taludes y troncos de árboles desde una altura de menos de dos metros sobre el suelo (Schwartz & Henderson, 1991; R. Joglar, obs. pers.). La única referencia que conocemos sobre los lugares (o microhábitats) que la especie utiliza para anidar es una que documenta que en Toro Negro fueron encontrados unos huevos que, al parecer, pertenecían al Coquí de Eneida (Rivero, 1978). Según esa referencia, los huevos fueron encontrados en los mismos lugares donde se encuentra la especie (asumimos que se refiere a hendiduras y huecos en el suelo, bajo rocas, troncos y basura), pero no se especifica si los huevos fueron encontrados en el suelo, debajo de objetos o sobre vegetación.
Hábitos alimentarios. — Lavigne y Drewry (1970) investigaron este tema y a continuación se resumen algunos de sus hallazgos. Al igual que en otras especies de coquíes, las hembras y los juveniles tienden a alimentarse más temprano en la noche que los machos y los machos que cantan no se alimentan o se alimentan menos. Un estudio de contenido estomacal de machos reveló que se alimentan de una gran variedad de insectos (colémbolos, ortópteros, psocópteros, homópteros, dípteros e himenópteros) y de otros invertebrados (arañas, y ácaros). No existe información sobre el contenido estomacal de hembras ni de juveniles. Los machos se alimentan de presas que se encuentran en el suelo y, en ligeramente mayor cantidad, de las que se encuentran en la vegetación.
Depredadores y enemigos naturales. — No conocemos ninguna referencia sobre este tema, pero seguramente debe de tener los mismos depredadores y enemigos naturales que tiene el Coquí Común (ver esta sección bajo Coquí Común en el Capítulo 2).
Reproducción. — No conocemos ninguna referencia sobre este tema, pero al examinar hembras grávidas en la colección de A. Schwartz encontramos que estas fueron colectadas en marzo, mayo y junio. Es posible que la reproducción ocurra en otras épocas del año tal como ocurre en otras especies de coquíes de Puerto Rico. El promedio de huevos encontrados en los oviductos de las hembras examinadas (y posiblemente el número de huevos por camada) fue 11.5 (±3.7; 8–16; n = 4). El diámetro de los huevos fue 2.7 mm (±0.4; 2.3–3.4; n = 11). En una hembra en particular, se encontraron ocupando toda la cavidad abdominal, huevos totalmente desarrollados, cada uno de ellos cubierto por una capsula de gelatina. Estos huevos midieron un promedio de 4.6 mm (±0.3; 4.1–4.9; n = 8). Las hembras grávidas examinadas midieron un promedio de 27.7 mm (±1.2; 26.6–28.9; n = 4).
Abundancia y Fluctuaciones Poblacionales. — La única cita que conocemos sobre su abundancia es la que se publica en la descripción de la especie en 1959, cuando se informa de que la especie es “bastante común en los bosques nublados” de Toro Negro y El Yunque (Rivero, 1959). Por la cantidad de individuos colectados en el pasado y depositados en colecciones en Puerto Rico y museos de los Estados Unidos (Joglar, 1992), debemos asumir que la especie era muy abundante en el pasado. Para información sobre su abundancia en el presente, ver sección de Estado Actual. No conocemos ninguna referencia sobre fluctuaciones poblacionales de esta especie.
Estado actual. — Se presume extinta, ya que la búsqueda exhaustiva en su hábitat durante las horas y el tiempo apropiado a lo largo de su rango geográfico en la Isla fracasó en el intento de localizar algún individuo de la especie. No ha sido vista desde 1984 (cuando se colecta por última vez) ni escuchada desde 1991, a pesar de que ha sido buscada por nuestro grupo de trabajo y por otros herpetólogos. El Capítulo 7 incluye información sobre su distribución, disminución poblacional y posible extinción.
Grado de protección actual y sugerido. — La especie ha sido considerada por el gobierno estatal a partir de 1985 como amenazada. En el 1992 le recomendamos al Servicio de Pesca y Vida Silvestre Federal (Joglar, 1992) y en 1993 al Departamento de Recursos Naturales (Joglar & Burrowes, 1993a) que declararan la especie como en peligro de extinción. El Servicio Federal de Pesca y Vida Silvestre en 1996 elimina al Coquí de Eneida de la lista de especies candidatas a ser protegidas (Drewry & Sayers, 1996) ante la posibilidad que la especie estuviese extinta (S. Silandeer, comunicación personal). A pesar de su posible extinción, recomendamos que la especie se proteja activamente como especie en peligro de extinción y que se proteja su hábitat y sea este declarado como crítico (Ver Apéndice 7.5 en el Capíulo 7). Esta es la única forma de garantizar la supervivencia de la especie en caso de que alguna población fuera encontrada. Para una lista de otras recomendaciones, comunicaciones y gestiones para proteger esta y otras especies de coquíes de Puerto Rico, ver Apéndice 4 al final de este capítulo.
Sistemática. — Esta especie ha sido incluida en el grupo auriculatus (Schwartz, 1969; Joglar 1981) y es representante en las Indias Occidentales del grupo unistrigatus (Joglar, 1989). Utilizando información generada por técnicas moleculares, otro investigador la incluye en el subgénero Eleutherodactylus, sección auriculatus, serie martinicensis, pero no la incluye en ningún grupo de especies (Hedges, 1989).
Historia y nomenclatura. — Los primeros ejemplares que se conocen de esta especie son unos individuos que Juan A. Rivero y Eneida Bordallo Rivero colectaron en los bosques nublados de Toro Negro y El Yunque en agosto y septiembre de 1956 (Rivero, 1959). El 10 de abril de 1959, Juan A. Rivero publica la descripción de la especie y la informa como nueva para la ciencia (Rivero, 1959), siendo ésta la décimo tercera especie que se describe de los coquíes de Puerto Rico (Thomas & Joglar, 1996). Cuando se publicó la descripción de la especie no se conocía su llamada, así que se llegó a pensar que era muda y no producía sonido alguno (Rivero, 1959). No existe otro nombre científico (sinónimo) para esta especie. Cuando Rivero la describió la nombró en honor a su esposa, Eneida Bordallo Rivero, quien le ayudó a colectar los primeros ejemplares (Rivero, 1959; 1978). El único nombre común en español que conocemos para la especie es el de Coquí de Eneida (Vélez, 1977, Rivero, 1978). En inglés se han utilizado dos nombres comunes: “Eneida’s Coqui” (Vélez, 1977) y “Mottled Coqui” (Drewry, 1994).
Otros Comentarios. — Por error, Burrowes y Joglar (1991) informaron haber localizado algunas poblaciones del Coquí de Eneida en El Yunque. Las poblaciones equivocadamente informadas como del Coquí de Eneida corresponden a otra especie cuya voz es muy similar, el Coquí Martillito.
Para más información sobre las figuras y láminas en el texto anterior refiérase a:
Joglar, R. L. 1998. Los Coquíes de Puerto Rico: Su Historia Natural y Conservación. Editorial de la Universidad de Puerto Rico, San Juan, Puerto Rico.